Limpiar la piel es sencillo, pero hacerlo sin dañarla es un reto para los productos dermatológicos.
Muchos productos para la piel contienen tensioactivos amoniacos, sustancias que facilitan la eliminación de contaminantes ambientales, pero que dañan la barrera cutánea, la protección natural de la piel, lo que causa:
- Resequedad extrema.
- Pérdida de la firmeza.
- Piel gris y sin brillo.
- Sensibilidad y alergias cutáneas.
Sin embargo, el daño más grave que estos productos hacen a la piel es alterar el pH. Los componentes ácidos de estos productos destruyen la grasa natural y el sebo que la piel produce, pero los daños a nivel celular vuelven a tu piel más propensa a infecciones y a radicales libres.