Pieles atópicas: aprende a espaciar tus brotes

La piel atópica es una afección de la piel que se caracteriza fundamentalmente por la sequedad de esta, lo que conlleva a su descamación e irritación y provoca síntomas molestos como el picor.

La dermatitis atópica o eccema, suele ser común en los niños, pero puede ocurrir a cualquier edad. La dermatitis atópica también suele ser crónica y tiende a exacerbarse periódicamente. Puede ir acompañada de asma o fiebre del heno.

Actualmente no se ha encontrado cura para la dermatitis atópica. Sin embargo, hay tratamientos y medidas de cuidado personal que pueden ayudarte a aliviar la picazón y prevenir nuevos brotes.

Cuidado para pieles atópicas

Para tratar de aminorar los brotes es importante evitar los jabones fuertes, también es de mucha ayuda humectar la piel con regularidad y aplicar cremas o ungüentos medicinales.

Recuerda que la principal causa de esta afección es la predisposición genética, aunque existen ciertos factores ambientales, alérgicos y alimenticios, e incluso el material de algunas prendas de ropa, que los desencadenan y lo agravan.

El aumento en la incidencia de dicha enfermedad ha sucedido debido a los hábitos de vida que tenemos y a agentes que se relacionan con la contaminación ambiental, el estrés y la falta de sueño, por mencionar algunos.

La piel atópica suele afectar a bebés y niños y, en menor medida, a los adultos. En los más pequeños esta enfermedad de la piel aparece comúnmente en: cara, codos, rodillas, la cara interna de la muñeca o en el cuero cabelludo, así como en piernas y glúteos.

En estas zonas la piel puede estar demasiado seca y descamada y desprenderse con facilidad. En adultos se ven estas irritaciones en cara y cuerpo.

Los siguientes consejos pueden ayudarte a prevenir brotes y minimizar los efectos secantes:

Hidrata tu piel al menos dos veces al día. Cremas, ungüentos y lociones sellan la humedad. Elige un producto o productos que funcionen bien para ti, puedes revisar la gama Atoderm de Bioderma.
Intenta identificar y evitar los desencadenantes que empeoran la afección. Las cosas que pueden empeorar la reacción de la piel incluyen el sudor, el estrés, la obesidad, los jabones, los detergentes, el polvo y el polen. Reduce tu exposición a los factores desencadenantes.
Los bebés y los niños pueden experimentar brotes cuando comen ciertos alimentos. Habla con el pediatra sobre la identificación de posibles alergias alimentarias.
Toma baños o duchas más cortos. Limita el tiempo de baño y ducha de 10 a 15 minutos. Y usa agua tibia, en lugar de caliente.
Usa solo jabones suaves. Los jabones desodorantes y los jabones antibacterianos pueden eliminar más aceites naturales y secar la piel.

Sécate con cuidado. Después del baño, seca tu cuerpo con palmaditas suaves con una toalla suave y aplica la crema hidratante mientras tu piel aún está húmeda.

Es esencial tratar cada brote de forma radical, así podemos limitar la reaparición de lesiones y reducirá la duración del progreso de la enfermedad.

El tratamiento farmacológico para un brote de eccema tiene como base principal los corticosteroides locales (o dermocorticoides). Estos favorecen la desaparición de las lesiones inflamatorias y un alivio rápido de la comezón o picor.

Suele ser común que si hay una interrupción brusca del tratamiento exista una recaída. La prescripción de dichos corticoides deberá ser realizada por un especialista quien recomendará la dosis y el tiempo del tratamiento. ¡Acude a tu dermatólogo e incluye en tu cuidado diario los productos de grado dermatológico de Bioderma!