Sin importar la edad, es útil intentar categorizar el cuadro clínico con base a las lesiones predominantes, ya sean comedones (abiertos o cerrados), o lesiones inflamatorias con pápulas eritematosas, nódulos o lesiones quísticas, aunque en muchas ocasiones los patrones se entremezclan.
No olvides que la severidad del acné depende en gran medida del número de lesiones, extensión de las mismas y el tipo: acné leve, moderado o severo, para esto es importante acudir con un dermatólogo que nos podrá indicar de manera certera que tipo de acné estamos padeciendo.
En general, el tratamiento del acné de bebés, niños y preadolescentes es muy parecido al de edades más adultas.
Los principales objetivos terapéuticos en el acné serán, en la medida de lo posible, reducir la producción de sebo, prevenir la formación de microcomedones, suprimir las bacterias que ayudan a la aparicón de los brotes y reducir la inflamación para prevenir las cicatrices.
Pero en pacientes pediátricos, la tendencia es utilizar tratamientos menos agresivos y evitar la aparición de resistencias microbianas.